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Costra Artificial vs Cura Húmeda: Manual Práctico Paso a Paso para Enfermería

Respuesta rápida: La “costra” es el apósito natural que la evolución diseñó: un coágulo deshidratado que protege la herida mientras debajo se despliegan hemostasia, inflamación, proliferación y remodelado. En personas metabólicamente sanas y con heridas agudas y superficiales, suele ser la opción más costo-eficiente; aun así, desde el estudio de Winter (1962) la “cura en ambiente húmedo” —apósitos que mantienen humedad controlada y se cambian con frecuencia— se volvió estándar porque acelera la epitelización inicial. Hoy sabemos que ni la costra natural ni la cura húmeda son universales: la clave es tratar primero la causa etiológica (presión, isquemia, hiperglucemia, infección) y luego elegir la estrategia local que mejor cree un “contexto óptimo”.

Ahí surge el efecto costra artificial: cubrir la herida con alginato + óxido de zinc para formar una costra controlada que conserva una fina película húmeda interna, se deja 2-3 semanas sin manipular y reduce dolor, costes y riesgo de contaminación. Úsala solo en heridas agudas, limpias y poco exudativas; en lesiones infectadas, muy exudativas o pacientes con perfusión deficiente, la cura húmeda clásica y un seguimiento estrecho siguen siendo más seguros. En definitiva, tu misión no es “curar la herida”, sino facilitar el entorno biológico para que el cuerpo la cierre por sí mismo, escogiendo costra natural, costra artificial o cura intervenida según fisiología, metabolismo y riesgo del paciente.

Aquí tienes una masterclass donde profundizamos en el tema: Costra Artificial vs Cura Húmeda | Guía Express Enfermería

Tabla de contenidos

1. ¿Qué es el efecto costra y de dónde viene?

Toda la vida hemos oído eso de “deja la herida al aire, que “respire” y haga costra”. La costra es el apósito natural que diseñó la evolución para curar heridas.  Piensa en nuestros antepasados: un corte cazando, una rozadura caminando… no había farmacias ni enfermeras a domicilio. 

El cuerpo tenía que apañárselas solo. Era el “apósito de serie”, el airbag biológico que traía el cuerpo: se formaba el coágulo con la sangre y los fluidos que salían, el aire lo secaba y ¡listo!. Esta costra sirve de barrera física de tal forma que protege la lesión de agentes externos mientras esta por debajo se va recuperando. 

En condiciones fisiológicas y metabólicas normales esta costra es sin lugar a dudas el mejor remedio para la mayoría de heridas. Y digo la mayoría ya que en ciertos tipos de lesiones como por ejemplo heridas muy profundas, la cirugía es casi seguro mejor. 

También hay que destacar la coletilla “en condiciones fisiológicas y metabólicas normales”, ya que hoy en día con las enfermedades modernas, la fisiología y el metabolismo de la persona no funciona como en tiempos ancestrales, por lo que aparecen heridas por enfermedades metabólicas que hace millones de años rara vez existían, al menos no tenemos conocimiento de ello. 

Si la selección natural desarrolló este mecanismo no podemos ignorarlo. 

Hace unos cuántos años esta costra natural ha sido el enemigo, pasando de dejar que se formara siempre la costra a incluso llegar a desbridar para evitarla a toda costa. Ahora parece que vuelve a estar más aceptada e incluso queremos emularla, y de esto vamos a hablar en este artículo, de cómo beneficiarnos del efecto costra pero creándolo de forma artificial.

No sin antes contextualizar porque se evitaba la costra a toda costa y porqué se popularizó lo que hoy tenemos como estándar: la cura húmeda. 

En 1962 llegó George D. Winter, un investigador británico, y con un experimento aparentemente sencillo, lo puso todo patas arriba. Cogió unos cerdos domésticos jóvenes y les hizo unas heridas superficiales controladas. A unas las dejó al aire, como se hacía siempre, para que formaran su costra natural. A otras las cubrió con un film de polietileno, creando un ambiente húmedo debajo. Cada cerdo era su propio control. ¿Qué observó? Las heridas tapadas y húmedas epitelizaban más rápido en los primeros días, que las que se secaban al aire. ¡Boom! Ahí empezó la revolución de la cura en ambiente húmedo (CAH), que es la que usamos hoy en día para casi todo.

Este estudio aunque ha sido tremendamente revolucionario, no es de tanta calidad para todo lo que vino después. 

Pero mira, levantó una industria millonaria en torno a los apósitos y productos de cura en ambiente húmedo. 

Hay partes del propio estudio que tampoco transcendieron lo que debía como por ejemplo que a partir del 7º día la tasa de epitelización era igual en ambos tipos de herida. 

También me gustaría citar el artículo de Elena Conde donde ella destaca lo siguiente del propio artículo original:

  • Winter concluye que «la demostración de que un simple cambio en las condiciones físicas en la superficie de la herida pueda tener un efecto tan marcado en la tasa de epitelización tiene mucha relevancia en los métodos experimentales sobre cicatrización. Sería imprudente sacar conclusiones sobre los efectos específicos de diferentes productos en la tasa de cicatrización».

Aún así se hizo.

Este estudio y los estudios posteriores a favor de la cura húmeda hicieron que se convirtiera en el gold standard para la cura de heridas. 

Actualmente, sigue siendo así aunque hoy en día miremos con ojos más críticos a la cura húmeda, ya que hemos visto que no es la solución a todos los problemas. Esto suele pasar, en un mundo tan complejo como la salud, no suele haber una fórmula fija para todo. 

Entender el mundo de la cura de las heridas muchas veces se torna complicado y suele ser porque no tenemos claros los fundamentos. 

Así que vamos a ver de qué forma nos podemos beneficiar de lo mejor de los dos mundos, por un lado cuándo elegir la cura húmeda y por otro cuándo del efecto costra.

Eso sí, antes de continuar, aunque se hable de cura en ambiente húmedo, este concepto bajo nuestro punto de vista no es del todo adecuado (lo mismo que hablar de cura seca). Realmente todas las lesiones para cicatrizar necesitan un ambiente de húmedad óptimo. A día de hoy ese ambiente de húmedad óptimo ni siquiera se sabe muy bien cuál debe ser. 

Cuando hablamos de cura en ambiente húmedo en realidad es un tipo de cura mediada por productos de cura donde normalmente evitamos que se forme la costra. Es un tipo de cura muy “intervenida”.

Sería más lógico hablar de cura en ambiente óptimo (que no sabemos exactamente cuál es) y si hablamos de cura en ambiente óptimo pues no haría falta especificar porque siempre intentamos buscar un ambiente “óptimo”. Tampoco tiene mucho sentido hablar de ambiente óptimo si no se sabe cuál es. Pero creo que esto es un error de base de centrarnos en el aspecto local de la herida y no en el holismo de una persona con una herida.

Lo que está claro es que la humedad en una herida es sólo un parámetro más a considerar para que la herida se cure. No es el parámetro principal. Profundizaremos más en esto más adelante.

Tienes que tener esto en cuenta porque si no caerás en la trampa que caen casi todos los enfermeros y por la cuál la mayoría no tienen ni idea de curar heridas. 

Una de las cosas más importantes para conseguir curar heridas es identificar la causa etiológica de la lesión para poder tratarla, sin esto presente da prácticamente igual la cantidad de humedad que haya en la herida.

Por tanto, desde Enfermería Evidente y cómo opinión, hablar de cura en ambiente húmedo es un término equivocado y que debería quedar obsoleto que puede llevar a confusión para los profesionales. 

Durante este artículo y a pesar de haber revisado una extensa bibliografía, vamos a dar nuestra opinión con el objetivo de abrir cuestiones para los que no tenemos aún respuestas, nos vamos a permitir teorizar y vamos a argumentar porqué creemos lo que vamos a exponer.

Al final el espíritu científico, debe ser, cuestionar para romper o confirmar lo establecido, y desde ese debate poder crecer como individuos y como sociedad.

2. ¿Por qué se forma la costra y qué nos interesa saber de ese proceso? Fisiología al desnudo

Para entender por qué a veces puede ser interesante dejar la costra natural, crear una costra artificial o decantarnos por la cura en ambiente húmedo, hay que saber cómo se forma y qué pasa realmente debajo. 

Todo empieza en cuestión de segundos tras producirse la lesión con la hemostasia, la respuesta inmediata del cuerpo para taponar la hemorragia y evitar desangrarnos. Es una coreografía celular y bioquímica fascinante:

  1. Vasoespasmo reflejo: Los vasos sanguíneos rotos se contraen instintivamente para reducir el flujo de sangre a la zona.
  2. Tapón plaquetario: Las plaquetas, que son como pequeños discos pegajosos circulando por la sangre, detectan el colágeno expuesto en la pared del vaso roto. Se activan, cambian de forma, se vuelven espinosas y se pegan al sitio de la lesión y entre ellas, formando un primer tapón blando. Además, liberan sustancias químicas que llaman a más plaquetas al lugar (¡fiesta de plaquetas!).
  3. Cascada de coagulación: Simultáneamente, se activa una compleja reacción en cadena de proteínas en el plasma (los factores de coagulación). Es como una serie de fichas de dominó donde una activa a la siguiente, culminando en la formación de trombina. La trombina es la enzima clave que convierte el fibrinógeno (una proteína soluble en la sangre) en fibrina (una proteína insoluble que forma hilos).
  4. Formación del coágulo estable: Estos hilos de fibrina crean una red tridimensional que atrapa más plaquetas, glóbulos rojos y blancos, reforzando el tapón plaquetario inicial y formando el coágulo definitivo. Este coágulo es el que realmente sella el vaso y detiene el sangrado.

Este coágulo recién formado es húmedo, gelatinoso. Pero si la herida está expuesta al aire, el componente acuoso (plasma atrapado) empieza a evaporarse. A medida que pierde agua, los componentes sólidos (la malla de fibrina, las células sanguíneas atrapadas, proteínas desnaturalizadas, restos celulares de la lesión) se concentran, se compactan y se endurecen. Este proceso de deshidratación transforma el coágulo blando en esa estructura seca, dura y a menudo de color marrón-rojizo o negruzco (por la hemoglobina oxidada) que conocemos como costra. 

Es, literalmente, un coágulo sanguíneo deshidratado y endurecido. Su función inicial, como ya dijimos, es proteger la herida subyacente. Pero también tiene otras muchas propiedades que favorecen la cicatrización. 

Ahora, ¿qué pasa debajo de esa “tapa”? Mientras la costra hace de escudo temporal, el cuerpo no se queda quieto. Despliega las siguientes fases de la reparación:

  • Fase Inflamatoria: Justo después de la hemostasia, la zona se inflama. Los vasos se dilatan para permitir la llegada de los “servicios de limpieza y defensa”: primero los neutrófilos (los “basureros” iniciales, que fagocitan bacterias y restos) y luego los macrófagos (los “jefes de obra”, que no solo limpian sino que liberan señales químicas -citoquinas y factores de crecimiento- para llamar a las células reparadoras). Esta fase es esencial para limpiar la herida, pero si se prolonga demasiado (como en heridas crónicas), puede ser perjudicial. Ahora bien, tenemos que tener en cuenta que la mayoría de heridas crónicas aparecen por un mal funcionamiento de procesos fisiológicos y metabólicos, pero de esto hablaremos más adelante. 
  • Fase Proliferativa: Aquí empieza la reconstrucción. Los “albañiles” celulares entran en acción: los fibroblastos fabrican colágeno y matriz extracelular para rellenar el hueco (formando el tejido de granulación, ese tejido rojo y blandito); las células endoteliales forman nuevos vasos sanguíneos (angiogénesis) para llevar oxígeno y nutrientes; y los queratinocitos (células de la piel) empiezan a migrar desde los bordes para cubrir la superficie (epitelización).

Aquí está el quid de la cuestión que nos interesa: todas estas células reparadoras (fibroblastos, células endoteliales, queratinocitos) necesitan un ambiente óptimo de humedad y de temperatura para moverse, comunicarse y trabajar eficientemente.

Este punto es el que hace creer que la costra puede ser negativa, ya que se cree que si la costra de encima está muy seca y dura, ese camino se convierte en un pedregal seco. A los queratinocitos, sobre todo, les cuesta horrores avanzar sobre una superficie seca; tienen que intentar “excavar” por debajo, buscando la humedad residual, lo que ralentiza enormemente el cierre de la herida.

Y como decíamos antes aunque esto pueda ser en cierto grado verdad, la humedad no deja de ser una variable más dentro de un contexto holístico mucho más amplio y relevante. Si eso fuera tal cuál lo dicen al pie de la letra, la evolución lo hubiera solucionado.

La evolución no es “idiota” si eso es ineficiente se hubiera desarrollado otra cosa. Por lo que podemos decir que la costra es tremendamente eficiente para cerrar lesiones. ¿Todas las lesiones? ¿Hay que dejar siempre costra? de eso vamos a estar hablando más adelante.

Por tanto, esto no quiere decir que la humedad no sea importante, y que la costra en ciertos casos, mirando de forma específica ese parámetro pueda alterar en el tiempo el proceso de reparación.

El problema de la ciencia muchas veces es precisamente ese, mirar de forma aislada y específica. 

Poniendo un ejemplo: Si tu tienes un paciente con una úlcera por presión, por mucha condición óptima que consigas de humedad si no eliminas la presión la úlcera no va a cerrar. 

Por tanto, es absurdo poner la humedad como el centro en la cura de heridas.

Por otro lado, en una lesión provocada por la diabetes, el problema no es la humedad, es el trastorno metabólico de base. 

Tanto la úlcera por presión como la úlcera por diabetes son signos clínicos. Son consecuencia de otra cosa. Por tanto, si no se resuelve la otra cosa, no se resuelve el signo.

Siguiendo con este último ejemplo de la diabetes. La costra aquí va a ser “casi” tan ineficiente como cualquier apósito o producto de cura que apliquemos sobre la herida. 

Me explico, aquí la costra es ineficiente porque no está desarrollada evolutivamente para un problema metabólico que ancestralmente podríamos llegar a afirmar que no existía. 

Es una enfermedad moderna, en gran medida debida a los hábitos de vida modernos. 

Qué hace nuestro cuerpo para intentar proteger la exposición de tejidos internos al exterior, poner la costra. Pero a veces ni puede crearla. 

Esto es porque el problema es metabólico, y la costra se diseñó, principalmente, para heridas traumáticas. 

Estamos simplificando mucho, pero es para facilitar que se entiendan los ejemplos. 

Y tú cómo profesional por mucho que pongas cura húmeda, costra natural o artificial rara vez va a cerrar, porque no estamos solucionando la causa etiológica, es decir, el problema metabólico. 

Por eso es erróneo, bajo nuestro punto de vista, hablar de cura en ambiente húmedo o seco porque todas las heridas necesitan un ambiente óptimo de cicatrización. La cura de heridas se debería hacer desde un enfoque etiológico y holistico. En base al cual, elegiremos una estrategia lo más eficiente posible. 

Lo que es innegable es que para heridas traumáticas superficiales en individuos metabólicamente sanos sin lugar a dudas la costra va a ser una de las más costo-eficientes. Porque para eso la evolución trabajó en diseñar el mejor apósito posible durante millones de años. 

Por tanto, ¿Hay diferencias si el paciente está sano o no? ¡Vaya si las hay! Y son cruciales para decidir nuestro manejo. En un paciente joven, sin enfermedades de base, con buena circulación y nutrición, todo este proceso orquestado suele ir como la seda. La hemostasia es eficaz, la inflamación es controlada, la proliferación es vigorosa y la costra natural, aunque ralentice un poco, suele caerse cuando el tejido de debajo está listo. Pero en un paciente con comorbilidades (diabetes mellitus, enfermedad vascular periférica, insuficiencia renal, malnutrición proteica, tratamiento con corticoides, quimioterapia, inmunosupresión…), la cosa cambia radicalmente porque la fisiología y el metabolismo está alterado, por tanto el proceso “normal” no se puede llevar a cabo adecuadamente:

  • La hemostasia puede estar alterada: pacientes anticoagulados sangran más; pacientes con vasculitis pueden tener trombosis.
  • La inflamación puede ser crónica y destructiva (como en úlceras venosas) o, al contrario, insuficiente para limpiar bien (en pacientes con inmunosupresión). La hiperglucemia diabética, por ejemplo, afecta la función de los neutrófilos y macrófagos.
  • La proliferación celular está severamente comprometida: la mala circulación (isquemia) impide la llegada de oxígeno y células; la diabetes dificulta la angiogénesis y la síntesis de colágeno; la malnutrición impide tener los “ladrillos” (proteínas, vitaminas) para construir tejido nuevo.
  • El riesgo de infección se dispara: las defensas están bajas y cualquier bacteria oportunista puede colonizar la herida y prosperar.

Nuestra misión como enfermeros debe ser tratar de acompañar al cuerpo de nuestro paciente a un contexto metabólico y fisiológico lo más “normal” posible para que los procesos de curación natural se puedan producir con normalidad. 

No curas tú, cura el cuerpo. Nosotros solo podemos favorecer el contexto adecuado para que la fisiología actúe.

Esa es nuestra misión al intervenir o no intervenir, generar el contexto más adecuado posible para facilitar la curación. 

En estos pacientes “no sanos”, una costra natural que se forme puede ser más un problema que una solución. Puede ocultar una infección que progresa silenciosamente debajo (por ejemplo si hay neuropatía diabética y no hay dolor). Puede adherirse fuertemente a un tejido subyacente que no tiene capacidad de regenerarse, impidiendo cualquier avance. O, simplemente, puede que ni siquiera se forme una costra adecuada si la hemostasia o la respuesta inflamatoria son deficientes.

Cuando alteras las funciones normales del cuerpo todo se trastorna en cadena. 

Intentar que una herida cicatrice en un paciente lleno de comorbilidades es como querer freírte un huevo en mitad de un terremoto: la sartén brinca, el aceite te salpica, la yema se escapa y, aunque quizá acabes con algo que se parece a un huevo, te habrás quemado y puesto todo perdido. Primero estabiliza la cocina—corta el temblor metabólico, mejora la circulación y controla la infección—y luego ya te preocupas de que el huevo quede en su punto.

Este es el gran cambio de paradigma que deberíamos tener al abordar a un paciente con heridas. 

Si no está curando es porque hay algo en su fisiología y metabolismo que lo está impidiendo. El organismo siempre de forma natural va a intentar curar. Si identificas el qué lo impide, consigues favorecer el contexto. Estabilizar la fisiología y el metabolismo y que la herida cierre.

A día de hoy se cree que la costra natural en estos escenarios no es tan eficiente debido a que esta diseñada para solucionar un problema diferente al que está sucediendo.

Es como intentar clavar un clavo con un destornillador. 

Probablemente, a lo que se conoce como cura húmeda, que ya hemos dicho que es cura con productos de cura artificiales, le pase algo parecido, pero nosotros como profesionales en base a las variables que observamos podemos aplicar diferentes estrategias adaptando el enfoque al contexto.

Y a ver, si que es cierto que a veces vemos heridas subjetivamente pero en consenso muy secas que le aplicamos humedad y viceversa. Ahí si que puede tener sentido hablar en el campo concreto y local de la humedad de voy a aportar humedad o voy a tratar de disminuir la humedad.

Independientemente la clave está en plantear un tratamiento etiológico a la causa, y por otro un tratamiento local, en base a lo que pasa en el lecho y alrededores de la herida. 

Cómo decimos aquí la clave sigue estando en acompañar al cuerpo a tener unas condiciones fisiológicas y metabólicas normales. De ese modo el cuerpo ya tiene los mecanismos adecuados para curar, es decir parar el terremoto para poder freir el huevo.

Por ejemplo, un tipo de herida que claramente la intervención humana es mejor que la no intervención es cuando tenemos una herida aguda que requiere cierre por primera intención. Es decir, con sutura, grapas, pegamento o puntos de aproximación.

Ahí estamos mejorando el contexto de la herida para que cierre naturalmente antes. Está comprobadísimo que hay un beneficio.

Siento ser pesado pero nuestra intervención tiene que basarse en ese principio, proporcionar el mejor contexto posible para el cierre.

Actualmente y bajo la evidencia disponible en este tipo de heridas no agudas, dónde la costra a priori no es la mejor opción tenemos que buscar nosotros a través de nuestro tratamiento optimizar el proceso.

Muchos aquí introducen la cura en ambiente húmedo. Es decir, hacer una intervención profesional más específica con productos de cura específicos para controlar variables como: aquellos que nos permite limpiar activamente, manejar la humedad, aplicar tratamientos específicos (antimicrobianos, factores de crecimiento si se usan) y vigilar de cerca la evolución, superando las limitaciones que impondría una costra natural en un terreno biológico desfavorable.

Eso sí, sin olvidar nuevamente que aunque controles esos parámetros de forma local, si la lesión la produce una diabetes mal controlada, o controlas la diabetes o no conseguiremos nada.

Por tanto, y en base a lo que sabemos hasta ahora parece que lo mejor cuando hablamos de lesiones que no son traumáticas agudas que no requieren sutura, es mejor hacer un tratamiento etiológico y un tratamiento local controlado por nosotros como profesionales. 

No obstante por no desviarnos del objetivo del artículo vamos a centrarnos en las 3 vías de manejo consideradas actualmente. Aunque no estemos de acuerdo con el enfoque que se plantea en la actualidad a nivel de conceptos. 

Para nosotros el permitir que se cree la costra natural es un enfoque, igual que crear una costra artificial será otro enfoque, igual que podría ser elegir un producto de cura determinado de forma local.

Es decir, “Efecto Costra” o no, va a ser una parte del enfoque del tratamiento local que elegiremos como profesionales para esa persona en concreto en base a todo el contexto.

3. ¿Cuándo elegimos “cura ancestral” o “efecto costra artificial” o “Cura en ambiente húmedo”?

Ante una herida, y pensando específicamente en cómo gestionamos esa posible formación de costra (natural o artificial), básicamente tenemos tres grandes estrategias o caminos a seguir en la práctica clínica:

A) Cura ancestral: dejar actuar los mecanismos naturales de curación del cuerpo permitiendo la formación de costra con una intervención nula o mínima.

Es la opción más antigua y pasiva: “dejar que la naturaleza siga su curso”. Implica, como mucho, una mínima intervención como mantener limpia la herida y protegerla hasta que se forme la costra natural, para una vez que esté formada dejarla completamente al aire. Se busca no interferir o de forma mínima en los mecanismos naturales de curación.

  • ¿Cuándo podría tener sentido la cura ancestral?
      1. Individuos sin alteraciones fisiológicas o metabólicas.
      2. Principalmente en heridas agudas que no se beneficiarían de cierre por primera intención.
  • ¿Cuándo NO tendría sentido la cura ancestral?
      1. Individuos con alteraciones fisiológicas o metabólicas.
      2. Heridas agudas que se beneficien de cierre por primera intención.
      3. Heridas profundas, de gran extensión, con alto riesgo de infección, aunque sean individuos sin alteraciones fisiológicas ni metabólicas. En este tipo de heridas “más graves” la formación de la costra se podría demorar quedando expuesta la lesión a un mayor riesgo de efectos adversos. En estos casos y bajo el conocimiento actual es mejor una intervención artificial para favorecer el cierre minimizando riesgos. 
  • ¿Cuándo se podría considerar como parte del tratamiento la cura ancestral?
    1. Una vez hemos realizado el tratamiento etiológico, y la lesión está en una fase de resolución, podríamos considerar el dejar que se forme para esa última etapa la costra o apósito natural. 
    2. El caso muy particular de las escaras necróticas secas y estables (negras, duras, adheridas, sin signos de infección) localizadas en talones o dedos de pacientes con isquemia arterial crítica donde no hay opción de revascularización. En esta situación específica, esa “costra” necrótica actúa como una barrera biológica protectora, y humedecerla podría facilitar una infección grave (gangrena húmeda). Aquí, mantenerla seca (incluso pintándola con povidona yodada) es una estrategia conservadora paliativa, rara vez curativa.
  1. ¿Por qué se usa tan poco hoy en día la cura ancestral? 
    1. Porque la evidencia científica actual defiende que no es lo ideal en la mayoría de casos. 
    2. Porque hemos olvidado los fundamentos de la cura de heridas. 
    3. Porque no usamos esta estrategia en los casos adecuados. 
    4. Por desconocimiento y rechazo a la no intervención.
    5. Por enfermería defensiva.

B) Cura húmeda clásica (CAH / MWH – Moist Wound Healing)

La cura húmeda clásica se basa en conseguir un ambiente óptimo de humedad en la herida, a través de productos de cura. Cómo hemos comentado en este artículo esta es una variable que siempre debemos tener en cuenta por su importancia, pero el éxito en una cura no sólo radica en este parámetro. No debemos olvidar los principios ni tampoco malinterpretar los conceptos. 

Muchos enfermeros han interpretado este concepto como que hay que humedecer la herida, y que esté “seca” es negativo, llevando a tratamientos inadecuados y centrando la atención en la humedad, olvidando otros parámetros más importantes como la etiología de la lesión. Nos ha quitado perspectiva.

Actualmente bajo la evidencia disponible se considera el estándar de oro actual para el manejo de la gran mayoría de las heridas, tanto agudas como crónicas. Se basa en el principio descubierto por Winter: usar apósitos diseñados específicamente para mantener un ambiente fisiológicamente húmedo y controlado en el lecho de la herida, lo cual optimiza las condiciones para la actividad celular reparadora, pero sin dejar que se forme una costra seca. La clave es el equilibrio: suficiente humedad para las células, pero no tanta como para macerar la piel de alrededor. Hay una enorme variedad de apósitos de cura en ambiente húmedo, cada uno con sus indicaciones según el tipo de herida y nivel de exudado:

* Hidrocoloides: Placas autoadhesivas que forman un gel al absorber exudado leve-moderado. Promueven desbridamiento autolítico. Ideales para UPP superficiales, heridas limpias en fase de granulación.

* Espumas (Foams) de Poliuretano: Muy versátiles, absorben exudado moderado-alto, proporcionan almohadillado y mantienen ambiente húmedo. Muchas tienen capa de silicona no adherente.

* Hidrogeles: Geles (amorfos o en lámina) con alto contenido en agua. Donan humedad a heridas secas o necróticas para facilitar rehidratación y desbridamiento autolítico. Necesitan apósito secundario.

* Alginatos y Hidrofibras (CMC): Fibras muy absorbentes para heridas con exudado abundante o muy abundante. Forman un gel al contacto con el exudado. Los alginatos además tienen efecto hemostático. Necesitan apósito secundario. Nota: Estos mismos apósitos son los que se usan para el “efecto costra artificial”, pero aquí se cambian regularmente para mantener humedad, no se dejan secar semanas.

* Films transparentes: Películas adhesivas semipermeables (impermeables a bacterias/agua, permeables al vapor). Mantienen humedad en heridas muy superficiales sin exudado, protegen de fricción, permiten ver la herida.

* Apósitos con Plata, Miel, PHMB, etc.: Cualquiera de los anteriores puede llevar incorporado un agente antimicrobiano para heridas infectadas o con alto riesgo .

No debemos olvidar también que en productos como cremas, ünguentos y otros productos también van a interferir en la cantidad de humedad o no que se proporciona a la herida. 

Por tanto la humedad, no solo depende de los apósitos si no de otros productos y factores que intervienen en la cura. 

El concepto de Cura en Ambiente Húmedo se ha adjudicado el uso de materiales de cura, por lo que aplica a cualquier tipo de herida.

Así que, aquí voy a citar la evidencia consultada tal cuál:

  • ¿Cuándo se usa la Cura de Heridas en Ambiente Húmedo?: Prácticamente siempre que queramos optimizar y acelerar la cicatrización en cualquier tipo de herida que no tenga una contraindicación específica (como la isquemia crítica con escara seca). Es el enfoque de elección para úlceras crónicas, quemaduras de 2º grado, heridas quirúrgicas complicadas, zonas donantes, etc.
  • ¿Por qué funciona tan bien? acelera la migración celular (epitelización), facilita la limpieza natural del tejido muerto (desbridamiento autolítico), reduce significativamente el dolor (protege nervios, no se pega), protege eficazmente de la infección externa, y suele conducir a mejores resultados estéticos y funcionales (cicatrices más planas y flexibles).

C) Efecto costra artificial (Costra Controlada / Cura de Mínima Intervención)

Esta es la estrategia específica que estamos analizando en profundidad en este manual. Es un enfoque más moderno y selectivo. Consiste en usar apósitos específicos, principalmente la combinación de alginato de calcio (a veces con plata) y óxido de zinc (ZnO) en loción, para crear deliberadamente una “costra artificial” estable y protectora sobre la herida. La idea clave es combinar las ventajas de la protección y la mínima intervención que ofrecería una costra natural, pero superando sus desventajas al asegurar que, justo debajo de esa cubierta artificial, en la interfaz con el tejido en reparación, se mantiene un ambiente fisiológicamente húmedo gracias a las propiedades del alginato gelificado. No es una “cura seca” como la ancestral, sino una especie de “cura húmeda de larga duración bajo una cubierta estable”. Aunque como decimos, esta clasificación de cura húmeda o seca, realmente no tiene tanto sentido.

  • ¿Cuándo se plantea utilizar el efecto costra artificial?: Su nicho principal son las heridas agudas, superficiales, limpias y con buen potencial intrínseco de cicatrización, en las que el objetivo prioritario es minimizar la frecuencia de las curas y la manipulación. Es decir en muchos casos aplicarían las mismas heridas que curaríamos con costra natural.

    Ejemplos típicos donde ha mostrado utilidad: zonas donantes de injerto de piel parcial, desgarros cutáneos (skin tears) limpios en piel frágil, abrasiones extensas post-traumáticas o post-dermoabrasión. También podría considerarse en quemaduras superficiales limpias o en algunas heridas quirúrgicas superficiales que cierran por segunda intención.

    Quizás te estés preguntando: Si aplica a casos parecidos en los que dejaríamos costra natural ¿Entonces por qué nos decantamos por esta técnica?

    La evidencia científica da tres razones muy concretas, aun reconociendo que la evidencia disponible es limitada y que puede haber intereses por la propia industria (a día de hoy es difícil poder hacer estudios contra costra natural porque los comités de ética al parecer no los aprueban).

    Primero, el alginato gelificado mantiene un microambiente húmedo controlado que, en los primeros días críticos, reduce dolor y sangrado al retirar el apósito (en caso de necesitar retirarlo, este es un detalle muy importante); las comparaciones directas con costra natural son escasas, pero los ensayos frente a gasas secas (que no tienen que ver con las costras naturales) apuntan a una epitelización inicial algo más rápida.

    Segundo, la cubierta estable permite espaciar curas a varios días, algo logísticamente ventajoso en abrasiones extensas, zonas donantes o piel frágil, donde cada manipulación puede añadir trauma.

    Tercero, el óxido de zinc (y la plata, si se usa) aporta una barrera antimicrobiana y antiinflamatoria adicional que la costra natural quizás no ofrezca. Anque aquí habría que analizar en comparación a la costra natural porque es probable que nuestro sistema de defensa si está en orden pueda combatir los microorganismos sin problemas, y no debemos olvidar que la inflamación no es algo a evitar en la mayoría de casos. La inflamación es un proceso fisiológico que ayuda a la curación. Igual que la fiebre (pero eso es un melón para otro artículo).

    También se considera en base a las investigaciones que a nivel de cicatriz tiene mejores resultados que la costra natural.

    Se cree que la costra natural no retiene tanta humedad como los apósitos, para, entre otras cosas, reducir la viabilidad de microorganismos patógenos.

Y que nosotros, al hacer la cura controlada, reduciendo las posibilidades de infección, los productos de cura consiguen un ambiente de humedad más óptimo que la costra natural (Aunque no se sabe cuál es el ambiente óptimo).

En ese sentido, bajo la evidencia disponible (que rara vez se compara con costra natural), hay un mayor beneficio, tanto en velocidad de cierre, como en dolor, como en resultado estético.

En estos casos, también nos deberíamos plantear si la humedad no aumenta el riesgo de proliferación de patógenos. La evidencia parece que apunta a que no. No obstante hacer estudios de calidad que den respuesta a esa pregunta, es prácticamente imposible.

Además, siendo realistas ¿Cuántas curas se hacen en nuestro día a día “estériles”? Generalmente, ni se recomienda hacer estéril por lo que surge otra pregunta ¿Realmente, estamos minimizando el riesgo de patógenos en el lecho de la herida vs costra natural? ¿Cuánta gente corta el apósito estéril que va a estar en contacto con la lesión con las tijeras que lleva en el bolsillo?

No obstante la decisión del enfoque de cura debe basarse en el contexto clínico, la facilidad de seguimiento y el coste.

 

  • ¿Por qué se hace la cura con “Efecto Costra”? ¿Qué beneficios tiene?: Para proteger la herida de forma continua durante semanas (idealmente 2-3 semanas) sin necesidad de cambios frecuentes de apósito primario. Lo ideal sería dejar el apósito primario hasta resolución, igual que la costra natural que se desprende cuando el tejido ya ha cicatrizado.

    Esto busca: reducir drásticamente el dolor asociado a las curas, minimizar el riesgo de contaminación externa por manipulación, ahorrar costes en material y tiempo de enfermería, y permitir que la epitelización ocurra debajo de forma ininterrumpida, al no retirar mecánicamente las células nuevas con cada cambio como pasa en la cura de heridas tradicional que lleva mucho cambio de producto.

    Es una estrategia que apuesta por la capacidad de autorreparación del cuerpo cuando se le proporcionan las condiciones adecuadas y se le deja tranquilo.

4.  ¿Cómo creamos el “Efecto costra”? 

Vamos a meternos en harina. Veremos cómo se hace en la práctica la técnica más extendida para lograr el efecto costra artificial: usar la combinación de apósito de alginato de calcio y loción de óxido de zinc (ZnO). Recuerda, la pulcritud es esencial: siempre con técnica aséptica o, como mínimo, aséptica limpia (“no tocar”).

¿Qué materiales son necesarios para crear el “Efecto Costra”? (Prepara tu carro de curas):

Hay quien comenta que está técnica debe hacerse estéril, no obstante el principio siempre va a ser la máxima asepsia posible.

  • Guantes.
  • Campo.
  • Suero fisiológico estéril (NaCl 0.9%) a temperatura ambiente (¡no frío de la nevera!). 
  • Jeringa y aguja (o sistema de irrigación suave) para limpiar.
  • Gasas estériles (varias).
  • Apósito de alginato de calcio estéril: Elige el formato adecuado:
    • Lámina: Para heridas planas y extensas (ZD, abrasiones).
    • Mecha o cinta (rope): Para rellenar suavemente cavidades muy superficiales (raro en esta técnica, pero posible).
    • ¿Puro o con plata? Si la herida es limpia y el riesgo bajo, alginato puro. Si hay colonización alta, riesgo de infección o es un paciente vulnerable (diabético, niño), considera alginato con plata iónica para mayor seguridad antimicrobiana.
  • Loción de óxido de zinc (ZnO) estéril o en envase unidosis si es posible: Fundamental que sea una suspensión acuosa (tipo Cytelium® o formulación magistral similar). Recuerda agitarla muy bien justo antes de usar, que el ZnO sedimenta. Dependiendo el nivel de humedad que necesitemos podemos considerar usar pasta Lassar (por norma general se recomienda evitar).
  • Protección para la piel perilesional como puede ser con Apósitos Líquidos.
  • Apósito secundario o vendaje (Si es necesario)
  • Tijeras estériles (si necesitas recortar el alginato).
  • Contenedor para residuos biológicos.

¿Cuál es el paso a paso para crear el efecto costra?:

  1. Preparación: Lávate las manos a conciencia (lavado higiénico o quirúrgico según el entorno). Prepara tu campo (puedes hacerlo estéril) con todo el material ordenado para no tener que buscar cosas a mitad. Ponte el primer par de guantes (pueden ser estériles.).
  2. Limpieza: Irriga la herida suavemente con el suero fisiológico. El objetivo es arrastrar exudado suelto, restos de curas anteriores o contaminantes superficiales, sin dañar el tejido de granulación si lo hubiera. Limpia también la piel perilesional en un radio amplio (5-10 cm). Usa gasas estériles para secar suavemente por toque (no frotar) el lecho y, sobre todo, seca meticulosamente la piel perilesional. Una piel bien seca alrededor es clave para que el apósito secundario pegue bien y no macere.
  3. Protección Perilesional: Si vas a usar película barrera (muy aconsejable en pieles frágiles o si usas film adhesivo), aplícala ahora sobre la piel sana y seca alrededor de la herida. Deja que se seque completamente (suele tardar unos segundos). Esto crea una capa protectora invisible contra la humedad y el adhesivo. Hay personas que protegen la piel con oxido de zinc en pasta grasa, puede ser una buena opción, dependerá de nuestra valoración. En este artículo https://enfermeriaevidente.com/pasta-lassar-en-piel-perilesional-guia-expres-para-enfermeria-riesgos-y-alternativas/ te hablamos más sobre la pasta lassar para que puedas tomar una buena decisión.
  4. Aplicación del óxido de zinc: Quítate los guantes usados para limpiar y ponte un par nuevo. Agita vigorosamente la loción de óxido de zinc. Vierte una pequeña cantidad en una gasa estéril nueva o usa un aplicador estéril (bastoncillo grande). Aplica una capa muy fina y homogénea sobre TODO el lecho de la herida. Debe quedar como si hubieras “pintado” la herida de blanco translúcido. Evita dejar pegotes o una capa gruesa. Si la herida es muy pequeña, puedes usar la esquina de una gasa o un bastoncillo fino para ser preciso. Hay personas como comentaremos luego que también lo aplican en piel perilesional. Recordatorio: Este paso es opcional según algunos protocolos, pero muy recomendado por expertos como la Dra. Conde por sus beneficios añadidos.
  5. Colocación del Alginato (El Corazón de la Costra): Coge el apósito de alginato. Si es una lámina y la herida no es cuadrada, recórtala con tijeras estériles para que tenga la forma y tamaño lo más ajustado posible al lecho de la herida. Colócalo directamente sobre la capa de óxido de zinc (si la pusiste) o sobre el lecho limpio. Debe cubrir toda la superficie lesionada, idealmente sin solapar más de 1-2 mm sobre la piel sana. Presiona suavemente con una gasa seca para asegurar un buen contacto íntimo con el fondo y los bordes de la herida. Si la herida fuera extremadamente seca (raro si indicaste bien esta técnica), hay quien recomienda humedecer muy ligeramente el alginato con una gota de suero antes de ponerlo para activar la gelificación, pero normalmente el propio exudado (aunque sea mínimo) es suficiente. Hay personas que no recortan el alginato directamente ponen la lámina completa, esto también puede ser una opción viable todo dependerá de tu valoración.
  6. Refuerzo con óxido de zinc (Opcional): Algunos protocolos sugieren aplicar ahora una segunda capa fina de loción de ZnO, pero esta vez sobre la superficie externa del alginato ya colocado. Esto ayuda a que la parte exterior del alginato se seque más rápido y forme una “costra” más estable y protectora. También puedes reforzar la aplicación de óxido de zinc en la piel perilesional justo en el borde del alginato, sobre todo si no has echado película barrera.
  7. Aplicación del Apósito Secundario: Ahora toca cubrir y fijar todo. Elige el secundario más adecuado:
    • Si usas film transparente, retira el papel protector y aplícalo centrado sobre la herida, asegurándote de que sobrepase al menos 3-5 cm por cada lado sobre la piel sana y seca (donde pusiste la barrera). Alisa desde el centro hacia afuera para eliminar burbujas de aire y asegurar un buen sellado adhesivo. ¡Evita la tensión excesiva en la piel!
    • Si usas gasas + vendaje, coloca varias capas de gasas estériles secas sobre el alginato (suficientes para absorber el exudado inicial esperado). Luego fija con esparadrapo hipoalergénico (haciendo “ventana” o fijando solo bordes) o, mejor aún, con un vendaje cohesivo o de crepé que distribuya la presión uniformemente y se adapte bien a la forma de la zona. Si es necesario vendaje compresivo, aplícalo ahora siguiendo la técnica correcta.
    • Dependiendo del caso puede que utilices otro tipo de apósito secundario, no hay reglas fijas.
  8. Registro y Educación (¡No te olvides!): Quítate los guantes, lávate las manos. Anota meticulosamente en la historia clínica todo el procedimiento: fecha, hora, valoración inicial, limpieza realizada, productos aplicados (marca y lote si es posible), tipo de apósito secundario, y el plan de seguimiento (próxima revisión, qué vigilar). Y, fundamental, dedica tiempo a explicar al paciente/cuidador las instrucciones clave: no mojar, no tocar, signos de alarma, cuándo volver. Entregar una hoja informativa es muy útil.

¿Cómo espaciar las curas de forma segura? (La Paciencia es una Virtud):

  • La Regla de Oro: VIGILANCIA SIN RETIRADA. El objetivo es dejar ese alginato primario quieto, idealmente durante 2 a 3 semanas, para que haga su trabajo sin interrupciones. La norma va a ser mínima intervención posible, si no es necesario tocar, no tocar.
  • Primer Control (La Prueba de Fuego): Cita al paciente a las 48-72 horas post-aplicación. En esta visita, NO retires el alginato. Tu misión es solo inspeccionar por fuera:
    • ¿Hay fugas importantes de exudado a través del secundario?
    • ¿Se percibe mal olor al acercarse?
    • ¿Cómo está la piel perilesional visible? (¿Roja, caliente, hinchada?)
    • ¿Refiere el paciente dolor nuevo o creciente? ¿Tiene fiebre?
    • Si todo está OK (sin signos de alarma), ¡perfecto! Puedes cambiar el apósito secundario si está manchado o húmedo (retira con cuidado las gasas/film exterior, dejando el alginato pegado a la herida), limpia suavemente la piel de alrededor, y vuelve a cubrir con un secundario limpio. Algunos expertos recomiendan aplicar más loción de ZnO sobre la superficie de la costra de alginato en esta visita para ayudar a mantenerla seca y estable.
  • Controles Posteriores (Mantenimiento Semanal): Cita al paciente semanalmente (o cada 10 días si la evolución es muy buena y el riesgo bajo). La rutina es la misma: inspección externa exhaustiva, cambio del apósito secundario si es necesario, vigilancia de signos de alarma. NO tocar el apósito primario (la costra de alginato). Documenta la evolución.
  • ¿Cuándo Romper la Regla e Intervenir? Si en algún control detectas signos claros de infección (pus visible, celulitis, olor fétido inconfundible), exudado masivo incontrolable que desborda continuamente, dehiscencia de la herida bajo la costra, o si el paciente desarrolla dolor intenso inexplicable o fiebre, entonces SÍ hay que retirar la costra artificial inmediatamente y manejar la complicación (ver Sección 4). La seguridad del paciente es lo primero.
  • Retirada Final Programada: Alrededor de las 3 semanas (o cuando los signos externos sugieran que la epitelización está completa, por ejemplo, los bordes de la costra se empiezan a levantar solos), programa la retirada definitiva. Para hacerlo de forma atraumática: humedece bien la costra de alginato con suero fisiológico tibio durante unos minutos (puedes poner una gasa empapada encima). Esto la reblandecerá. Luego, con una pinza estéril, levanta suavemente un borde y ve despegándola poco a poco, añadiendo más suero si es necesario. Debería salir con relativa facilidad si la herida ha curado debajo. Limpia el lecho resultante y valora el estado de la nueva piel.

5. Frecuencia de curas y economía del cuidado

Uno de los grandes debates en el mundo de las heridas, y donde más variabilidad hay entre profesionales y centros, es: ¿cada cuánto tiempo hay que hacer una cura? El enfoque de “efecto costra artificial” choca frontalmente con la práctica tradicional (y a veces protocolizada) de curas frecuentes, incluso diarias. Analicemos por qué “tocar menos” puede ser beneficioso y cómo se relaciona con la economía del cuidado.

Evidencia de “no tocar” (o tocar lo menos posible):

La idea de que manipular frecuentemente una herida puede ser contraproducente tiene una base fisiológica sólida. Cada vez que destapamos una herida para limpiarla y cambiar el apósito:

  • Enfriamos el lecho: La temperatura óptima para la actividad celular (mitosis, migración) es la corporal (unos 37°C). Exponer la herida al aire ambiente (20-25°C) provoca un descenso brusco de temperatura. Se ha estimado que la mitosis celular puede detenerse durante horas hasta que la herida recupera su temperatura. Curas frecuentes implican enfriamientos repetidos que ralentizan la cicatrización.
  • Retiramos componentes beneficiosos: El exudado de una herida no infectada no es “suciedad”, sino un caldo de cultivo rico en factores de crecimiento, citoquinas, enzimas (para autólisis) y células reparadoras. Cada limpieza arrastra parte de estos componentes valiosos.
  • Podemos dañar tejido nuevo: El tejido de granulación y el epitelio neoformado son extremadamente frágiles. La fricción de la limpieza o la retirada de apósitos adherentes pueden causar microtraumatismos, sangrado y arrancar células que estaban intentando cerrar la herida.
  • Aumentamos el riesgo de contaminación: Cada vez que abrimos el “sistema cerrado” del apósito, exponemos la herida a los microorganismos del ambiente, del paciente o del propio personal sanitario, aumentando el riesgo de infección iatrogénica.

Por todo esto, la tendencia actual en el cuidado avanzado de heridas es hacia la mínima intervención necesaria. Hay estudios que sugieren que mantener un ambiente estable y sin perturbaciones durante el mayor tiempo posible favorece una cicatrización más rápida y eficiente. En el contexto de la Cura en Ambiente Húmedo convencional, esto se traduce en usar apósitos que puedan permanecer varios días (como hidrocoloides, espumas de larga duración) y cambiarlos solo cuando sea clínicamente necesario (saturación, signos de complicación), en lugar de seguir una pauta fija de “cada X días”. Se ha demostrado que esta estrategia es más costo-efectiva que la gasa cambiada a diario, precisamente porque reduce el tiempo de enfermería, el gasto en material y acelera la curación.

El “efecto costra artificial” es dentro de una cura intervenida la máxima expresión de esta filosofía de mínima intervención. Porque la máxima expresión realmente es la costra natural. Si logramos crear una cubierta estable y protectora (con alginato +/- Óxido de Zinc) que pueda permanecer in situ durante 2-3 semanas sin causar problemas, los beneficios teóricos se maximizan:

  • Cero interrupciones en la fase proliferativa y epitelial durante el periodo crítico.
  • Mínimo riesgo de contaminación externa una vez sellada la herida.
  • Máxima reducción del dolor asociado a las curas (solo hay dolor inicial y quizás en la retirada final).
  • Ahorro enorme en materiales (solo 1 apósito primario, pocos secundarios) y tiempo de personal (solo visitas de vigilancia).

¿Funciona en la práctica esta reducción drástica de curas? La experiencia clínica reportada por expertos que usan esta técnica sugiere que sí, en los casos bien seleccionados (recordemos: heridas agudas, limpias, superficiales, con buen potencial de curación). Lograr una cicatrización completa con solo una o dos intervenciones (la aplicación inicial y la retirada final) es factible y representa una ventaja enorme para el paciente (menos dolor, menos visitas) y para el sistema (menos costes).

Rangos sugeridos de revisión y cambio según exudado/apósito (en Cura en Ambiente Húmedo convencional):

Aunque en el efecto costra no cambiamos el primario, conocer los rangos de la Cura en Ambiente Húmedo, nos ayuda a entender la lógica de la frecuencia basada en el exudado:

  • Exudado Alto: Se necesitan apósitos muy absorbentes (alginatos, hidrofibras, espumas gruesas, superabsorbentes). Los cambios suelen ser frecuentes al inicio (cada 1-3 días) hasta que el exudado disminuya. Claramente, estas heridas no son candidatas a efecto costra prolongado.
  • Exudado Moderado: Apósitos como espumas estándar o hidrocoloides absorbentes pueden manejarlo. Los cambios se espacian a cada 3-5 días típicamente.
  • Exudado Bajo: Heridas que apenas manchan el apósito. Aquí valen hidrocoloides finos, espumas finas, o films transparentes. Los cambios pueden ser muy espaciados, cada 5-7 días o incluso más si el apósito sigue íntegro y la herida va bien.
  • Herida Seca (o casi seca): Necesita aporte de humedad. Se usan hidrogeles (que requieren cambio cada 1-3 días para reponer el gel) o films transparentes (que pueden durar hasta 7 días si no hay exudado que los despegue).

¿Y en el Efecto Costra Artificial? ¿Cómo ajustamos la frecuencia?

Aquí la lógica cambia. No ajustamos la frecuencia de cambio del apósito primario (alginato), porque la idea es dejarlo puesto. Lo que sí ajustamos es la frecuencia de VIGILANCIA y la frecuencia de cambio del APÓSITO SECUNDARIO:

  • Si el exudado inicial fue alto (ej. zona donante muy sangrante): Aunque dejemos el alginato, sabemos que los primeros días va a drenar mucho. Por tanto, tendremos que cambiar el apósito secundario (las gasas, el vendaje) más a menudo (quizás cada 1-2 días al principio) para retirar ese exceso de humedad y evitar que macere todo. Y, por supuesto, la vigilancia clínica será más estrecha en esos primeros días (control a las 48h sí o sí) para asegurarnos de que la costra se está formando bien y no hay complicaciones. Una vez que vemos que el exudado disminuye (el secundario sale más seco), podemos pasar a vigilancia semanal.
  • Si el exudado inicial fue bajo o moderado: Aquí podemos ser más “relajados”. La vigilancia inicial a las 48-72h sigue siendo prudente, pero si todo va bien, podemos pasar directamente a revisiones semanales. El apósito secundario probablemente necesite cambiarse solo una vez por semana (o incluso menos si se usó un film que se mantiene limpio y adherido).

Economía del cuidado: ¿Es realmente más barato el efecto costra?

Si la técnica de efecto costra funciona como se espera y evitamos, digamos, 10 curas intermedias que se harían con Cura en Ambiente Húmedo convencional (ej. 2 curas/semana durante 3 semanas = 6 curas vs. 1 aplicación + 2 revisiones sin cambio), el ahorro es considerable. Calculando el coste de los apósitos, el suero, los guantes, el tiempo de enfermería (que es el recurso más caro)… el impacto económico puede ser muy significativo, especialmente si se aplica a gran escala (ej. en todas las zonas donantes de un servicio de quemados).

PERO, y es un gran pero, esto solo es cierto si la técnica tiene éxito y no hay complicaciones. Si por intentar dejar la costra 3 semanas, la herida se infecta y el paciente acaba necesitando antibióticos caros, más días de ingreso, o incluso una cirugía para limpiar la infección, entonces el coste final será muchísimo mayor que haber hecho curas húmedas regulares desde el principio.

Por lo tanto, la clave de la costo-efectividad del efecto costra artificial reside en la selección exquisitamente adecuada del paciente y de la herida. Solo debe intentarse bajo las recomendaciones actuales en casos de bajo riesgo donde la probabilidad de éxito sea alta. En heridas complejas o pacientes de riesgo, la inversión en curas húmedas frecuentes y vigilancia estrecha es probablemente más costo-efectiva a largo plazo porque previene complicaciones caras.

6. En resumen

Para que no se te olvide lo más importante de todo este manual cuando estés a pie de cama, aquí tienes un resumen rápido y directo:

Diez mandamientos sobre el Efecto Costra:

  1. La costra natural no es mala per se, fue el apósito que inventó la evolución para sobrevivir, por tanto debemos tenerlo en una alta consideración. Pero bajo la evidencia disponible la humedad controlada científicamente se considera que cura más rápido y mejor. Hay que seguir investigando.
  2. El “Efecto Costra Artificial” NO es dejar la herida al aire a que se seque, es una técnica activa donde creamos una cubierta protectora estable (generalmente con alginato +/- Óxido de Zinc) y la dejamos actuar sin molestarla durante un tiempo definido.
  3. Su sitio ideal son las heridas AGUDAS, LIMPIAS, SUPERFICIALES y con buen pronóstico de cicatrización (ej. zonas donantes, skin tears, abrasiones). No es para todo.
  4. NUNCA, NUNCA, NUNCA en heridas infectadas, con necrosis húmeda, isquémicas graves o muy profundas/cavitadas. Ahí es contraproducente y peligroso. Primero limpia, luego decide.
  5. Su objetivo principal es MINIMIZAR LAS CURAS: menos dolor para el paciente, menos riesgo de contaminación por manipulación, menos gasto de tiempo y material.
  6. Requiere VIGILANCIA EXTERNA. Aunque no quites el apósito primario, tienes que revisar al paciente (idealmente semanalmente como mínimo) buscando signos de alarma por fuera. No es “poner y olvidar”.
  7. Signos de alarma (olor fétido, pus visible, celulitis extensa, dolor nuevo intenso, fiebre) = RETIRAR LA COSTRA ARTIFICIAL INMEDIATAMENTE y tratar la complicación. La seguridad primero.
  8. El exudado manda (mucho): Si la herida supura una barbaridad, esta técnica probablemente fracasará porque la costra no aguantará o macerará todo. Controla el exudado primero.
  9. Paciente de riesgo (persona con diabetes mal controlada, persona con inmunosupresión, mala circulación…) = MÁS PRECAUCIÓN. Si decides usarla, la vigilancia debe ser mucho más estrecha y frecuente. Ante la duda, no te arriesgues.
  10. No es un dogma nuevo, es UNA OPCIÓN MÁS en tu caja de herramientas. Úsala con criterio, cuando esté indicada y sepas manejarla. Si tienes dudas o la situación es compleja, la Cura en Ambiente Húmedo (CAH) clásica sigue siendo el estándar de oro más seguro y versátil.

Como conclusión también creemos que podría ser interesante dejar de hablar de cura seca o húmeda, para no perder el enfoque holístico que es curar a personas con heridas.

Checklist inmediato para planta (Hazte estas preguntas antes de decidir):

  • [ ] ¿La herida es AGUDA (< 3-4 semanas), está LIMPIA (sin infección/necrosis) y es SUPERFICIAL (no llega a hueso/tendón)?
  • [ ] ¿Tiene la zona BUENA CIRCULACIÓN SANGUÍNEA (buen color, temperatura, pulsos si aplica)?
  • [ ] ¿El nivel de EXUDADO es manejable (no es una fuente)?
  • [ ] ¿El PACIENTE tiene bajo riesgo de complicaciones (no diabetes descompensada, no inmunosupresión severa, etc.) O, si tiene riesgo, ¿puedo asegurar un SEGUIMIENTO MUY ESTRICTO?
  • [ ] ¿Mi OBJETIVO principal aquí es reducir la frecuencia de curas y la manipulación (por dolor, logística, etc.)?

—> Si respondes SÍ a TODAS estas preguntas, entonces PUEDES CONSIDERAR probar el Efecto Costra Artificial (ej. Alginato +/- Óxido de Zinc, dejar 2-3 semanas con vigilancia).

—> Si respondes NO a CUALQUIERA de las preguntas 1, 2, 3 o 4, NO ES CANDIDATA. Opta por Cura en Ambiente Húmedo (CAH) clásica, adaptando el apósito y la frecuencia a las necesidades.

—> Si respondes NO a la pregunta 5 (tu objetivo es otro, ej. cierre ultra-rápido), la Cura en Ambiente Húmedo clásica probablemente sea más adecuada también.

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¿Cómo citar este artículo?

Enfermería Evidente. (2025). Costra Artificial vs Cura Húmeda: Manual Práctico Paso a Paso para Enfermería.  Disponible en: https://enfermeriaevidente.com/costra-artificial-vs-cura-humeda-manual-practico-paso-a-paso-para-enfermeria/

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