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¿Se puede administrar un enema a través de una ostomía?
Respuesta: Sí, es posible administrar un enema a través de ciertas ostomías intestinales, pero solo en situaciones específicas y con la técnica adecuada. En pacientes con colostomías en colon descendente o sigmoide (especialmente colostomías terminales izquierdas), es una práctica establecida conocida como irrigación de la colostomía, que consiste en introducir agua templada por el estoma para vaciar el intestino grueso. Esta técnica se asemeja a un enema tradicional, pero se realiza por el estoma en lugar del recto, y permite regular las deposiciones en pacientes seleccionados. De hecho, las guías señalan que solo ciertos tipos de colostomías son aptos para irrigación – típicamente las colostomías sigmoideas o descendentes, donde las heces son más formadas. En estos casos, la irrigación puede ayudar a controlar el momento de la evacuación y reducir la frecuencia de deposiciones espontáneas, brindando al paciente periodos sin drenaje fecal.
Por el contrario, no se suele administrar enemas a través de ileostomías ni de colostomías ascendentes o transversas, ya que en esas ostomías el contenido intestinal es líquido y continuo, lo que hace ineficaz y potencialmente riesgosa la instilación de líquidos. Las guías clínicas españolas enfatizan que las ileostomías y colostomías de colon derecho (ascendente) o transverso son contraindicaciones para la irrigación. En pacientes con ileostomía, introducir fluidos por el estoma puede causar desequilibrios electrolíticos o traumatismos, por lo que no está indicado hacerlo de rutina. De hecho, se advierte a los pacientes con ileostomía no permitir enemas a través del estoma, salvo indicación médica especializada.
Excepcionalmente, en situaciones de obstrucción de una ileostomía por alimentos, se puede realizar un lavado suave a través del estoma (a modo de “mini-enema”) para aliviar el bloqueo, pero esto debe ser realizado por personal experto (cirujano o enfermera estomaterapeuta) y con volúmenes muy pequeños de solución. En esos casos, se utiliza un catéter fino lubrificado y se instilan únicamente 30–50 mL de solución salina lentamente, repetidos según necesidad, evitando forzar la entrada de líquido. Fuera de ese contexto de emergencia, los enemas a través de ileostomías no se practican.
Por último, existen otras ostomías diseñadas específicamente para administrar enemas de manera anterógrada (por ejemplo, la cecostomía con tubo para enemas anterógrados de continencia, utilizada en ciertos pacientes con estreñimiento crónico severo o incontinencia fecal). En estos casos, el procedimiento consiste en instilar solución a través de un tubo en el ciego para “lavar” el colon desde arriba. Estas técnicas (como el enema anterógrado continentente o procedimiento de Malone) son especializadas y se realizan bajo indicación médica; no forman parte de la práctica rutinaria de enemas en ostomías estándar, pero ilustran que la administración de enemas es posible a través de un estoma cuando está indicado y planificado apropiadamente.
¿En qué casos está indicado o contraindicado?
Respuesta: La irrigación a través de una ostomía está indicada únicamente en situaciones muy concretas y para pacientes seleccionados. A grandes rasgos, las indicaciones y contraindicaciones principales son:
Indicaciones (cuándo está indicado):
Colostomía terminal en colon descendente o sigmoide (lado izquierdo) con heces formadas. Son los casos ideales, ya que el colon distal aún puede retener agua y responder al estímulo. Las guías señalan que los portadores de colostomía sigmoidea/descendente de boca única (no en asa) son candidatos a irrigación
Objetivo de continencia intestinal: Pacientes motivados a regular sus evacuaciones para evitar usar bolsa continuamente. Especialmente si antes de la ostomía tenían hábitos intestinales regulares, buen estado físico y destreza para manejar el equipo. En estos pacientes, la irrigación periódica permite lograr una evacuación programada (p. ej., una vez al día o cada dos días) con mínima eliminación entre irrigaciones, mejorando su independencia.
Tratamiento del estreñimiento en colostomizados: Si un paciente con colostomía izquierda sufre estreñimiento o acumulación de heces, se puede indicar una irrigación terapéutica puntual para lavar el colon y aliviar la impactación fecal. Asimismo, previo a ciertos procedimientos (p. ej., antes de cerrar una colostomía o realizar estudios), puede indicarse una irrigación de limpieza bajo supervisión.
Dificultades con dispositivos o piel: Algunos pacientes presentan problemas con las bolsas de ostomía (alergia al adhesivo, lesiones cutáneas, mal sellado). En ciertos casos, la irrigación puede ser una alternativa para reducir la dependencia del dispositivo: el paciente evacúa con irrigaciones programadas y luego lleva solo un tapón o apósito en el estoma en vez de una bolsa permanente . Esto está indicado solo si el paciente cumple los demás criterios (colostomía izquierda, etc.) y cuenta con supervisión enfermera.
Pacientes con buena comprensión y capacidad: Es imprescindible que el paciente (o cuidador) tenga la habilidad cognitiva y física para realizar el procedimiento con asepsia y calma. Se suele iniciar la irrigación tras varias semanas del postoperatorio – típicamente =1 semana después de la cirugía, una vez normalizado el tránsito intestinal y con autorización del cirujano o estomaterapeuta. También se prefiere esperar a que el paciente haya concluido tratamientos adyuvantes (quimioterapia/radioterapia) antes de implementar la irrigación, ya que esos tratamientos pueden alterar el ritmo intestinal y la tolerancia.
Contraindicaciones (cuándo no debe realizarse):
Ileostomías y colostomías de colon derecho (ascendentes) o transversas: No se irrigan debido a que sus heces son líquidas y continuas, el colon proximal no retiene suficiente volumen, y existe riesgo de absorber demasiado líquido o causar desbalances . En estos casos, la irrigación carece de beneficio y puede ser peligrosa (p.ej., riesgo de deshidratación o lesión).
Colostomías con complicaciones locales: Si el estoma presenta un prolapso (mucosa evertida), estenosis (estrechez), retracción (hundimiento) o fístulas, la irrigación está contraindicada. Estas alteraciones anatómicas aumentan el riesgo de trauma o impiden un sellado adecuado del cono, por lo que primero se debe tratar la complicación o buscar alternativas. Igualmente, en presencia de una hernia paraestomal significativa, la técnica puede ser difícil e insegura; debe evaluarse individualmente con el cirujano o enfermera experta antes de considerar una irrigación.
Pacientes en tratamiento activo de cáncer (QT/RT): Durante quimioterapia o radioterapia abdominopélvica, la mucosa intestinal puede estar más frágil y el tránsito alterado (diarrea, etc.), por lo que no se recomienda irrigar en ese periodo. Es mejor retomar (o iniciar) la irrigación después de completados esos tratamientos, con aprobación médica.
Estado postoperatorio inmediato: No se realiza irrigación en las primeras días tras la creación del estoma. Aunque técnicamente podría iniciarse al cabo de ~7 días, en la práctica se espera a que el paciente se recupere adecuadamente, tenga peristalsis normal y cicatrización inicial del estoma. Un estoma muy reciente o doloroso contraindica la técnica.
Diarrea o inflamación intestinal aguda: Si el paciente presenta diarrea activa, colitis o infección intestinal, la irrigación está contraindicada hasta que vuelva a tener heces formadas normales. Forzar una irrigación con diarrea puede empeorar la deshidratación y no aportará beneficio.
Pacientes no colaboradores o con limitaciones severas: Si el paciente no puede entender o realizar el procedimiento (por deterioro cognitivo severo, discapacidad física importante sin cuidador entrenado, problemas de visión/tacto que impidan manipular el equipo), la irrigación puede ser técnicamente posible pero poco segura o efectiva. Las guías mencionan que déficits visuales o destreza limitada no son contraindicaciones absolutas pero sí dificultan la irrigación, requiriendo evaluar caso por caso la conveniencia de emplearla. En pacientes muy añosos, con poca motivación, o que encuentran el procedimiento demasiado engorroso, puede que los riesgos/incomodidades superen los beneficios.
En resumen, la irrigación por el estoma solo está indicada en colostomías izquierdas de pacientes bien entrenados y sin complicaciones, ya sea para instaurar un régimen de continencia o para alivio puntual del estreñimiento. Está contraindicada en ileostomías, colostomías derechas/alta, o si existen complicaciones locales o condiciones que aumenten el riesgo de daño. Siempre se debe contar con la valoración y enseñanza previa de personal de enfermería especializado en ostomías antes de indicar la práctica de enemas a través de un estoma .
¿Cómo se realiza el procedimiento paso a paso?
Respuesta: El procedimiento de irrigación de una colostomía (enema a través del estoma) debe seguir una técnica metódica y aséptica no estéril (es decir, con higiene pero sin necesidad de esterilidad completa, dado que el colon no es estéril). A continuación se describe el paso a paso estándar para una irrigación colónica a través de la colostomía, dirigido a personal de enfermería y pacientes entrenados:
Reunir el material necesario: Un kit de irrigación de colostomía que incluye un depósito o bolsa de irrigación (tipo enema) con tubo y cono rectal de plástico en la punta, más una funda/manga de irrigación larga abierta por ambos extremos. También se requiere un soporte o perchero para colgar el depósito, pinzas o regulador de flujo en la tubuladura, lubricante hidrosoluble, guantes no estériles, y recipientes/bolsas de desecho. Además, prepare el nuevo dispositivo ostomal (bolsa limpia o tapón) para colocar tras la irrigación, y elementos para higiene (gasas, toallas). Si el paciente está encamado, se dispondrá también de una cuña o chata (bacinilla) bajo el estoma, y protección del colchón con un hule o toalla impermeable.
Posición del paciente: Idealmente, el paciente debe estar sentado en el inodoro o en una silla junto al inodoro, con la espalda recta. Esta posición facilita la entrada del agua por gravedad y la salida de las heces directamente al váter. Si no es posible (paciente encamado), se coloca al paciente en decúbito lateral izquierdo con la cuña debajo del estoma para recoger el líquido. Importante: asegúrese de que el paciente esté cómodo y relajado; no realizar el procedimiento con el paciente incómodo o con el abdomen contraído. Privacidad y seguridad: explique el procedimiento al paciente y no cierre con pestillo la puerta del baño (en caso de mareo o emergencia, alguien debe poder asistir rápidamente)
Preparación del agua de irrigación: Llene el depósito de irrigación con agua templada a temperatura corporal (~36–37°C). Nunca use agua demasiado fría o caliente, ya que el agua fría puede causar cólicos intestinales y la caliente puede lesionar la mucosa. La cantidad de agua suele ser de aprox. 500 a 1000 mL en adultos. (Se suele empezar con ~500 mL e ir ajustando en sesiones posteriores según la tolerancia y respuesta; no exceder 1000 mL en una sola irrigación). Cierre la pinza del tubo antes de llenar para que no se derrame. Nota: Usar preferentemente agua del grifo potable; no es necesario suero fisiológico, ya que el colon absorbe poco volumen durante el procedimiento. Purgar el aire del sistema: una vez lleno, abra brevemente la pinza para dejar salir el aire del tubo y que empiece a gotear agua (esto evita introducir aire en el colon). Vuelva a cerrar la pinza.
Preparación del estoma: Retire con cuidado el dispositivo de ostomía que lleve el paciente (bolsa/barrera), descartándolo si es de un solo uso. Limpie suavemente la zona periestomal con agua tibia y gasa, y seque bien la piel. Opcional: Algunos clínicos recomiendan hacer un tacto suave del estoma con el dedo enguantado y lubricado** para comprobar la dirección del intestino y aflojar cualquier tapón de heces duras cerca de la abertura. Esto solo si el paciente lo tolera y si hay sospecha de obstrucción fecal en el estoma.
Colocación de la manga de irrigación: Coloque la funda/manga de irrigación alrededor del estoma, fijándola con un cinturón ajustable o adhesivo (según el tipo) para que quede bien sellada en la piel. La manga cuelga desde el abdomen hasta el inodoro; su extremo inferior debe permanecer cerrado con una pinza al inicio para contener el líquido. Es esencial que la unión alrededor del estoma sea segura para evitar fugas durante el procedimiento.
Introducción del cono en el estoma: Lubrique generosamente con gel hidrosoluble la punta del cono de irrigación (acoplado al tubo). A través de la abertura superior de la manga, inserte suavemente el cono en el estoma, introduciéndolo solo hasta donde el cono quede asentado cómodamente (la base más ancha del cono queda a nivel del estoma, formando un sello). No force la entrada más allá de la resistencia natural; el cono no debe “atravesar” profundamente el intestino, solo encajar en el estoma. Sujete el cono con los dedos manteniendo una ligera presión para que no se salga durante la infusión.
Instilación lenta del agua: Abra gradualmente la pinza o regulador del tubo para permitir que el agua fluya hacia el colon lentamente. La altura del depósito influye en la velocidad: se recomienda colgarlo a la altura del hombro del paciente (aprox. 50 cm por encima del estoma), lo que genera una presión suave. Controle la velocidad: el agua debe entrar en ~5 a 10 minutos para ~500–1000 mL (aprox. 100 mL por minuto). Puede ajustar cerrando la pinza parcialmente o bajando el envase si fluye muy rápido. Durante la infusión, observe al paciente: es normal que sienta ligeras molestias o necesidad de evacuar, pero no debe tener dolor intenso ni náuseas; si ocurrieran, probablemente el flujo está demasiado rápido, el volumen es excesivo o el agua muy fría. En ese caso, detenga brevemente el flujo, pida al paciente que respire profundo y relaje el abdomen. Si los cólicos persisten, conviene interrumpir la irrigación para no ocasionar lesión.
Retirada del cono y comienzo del drenaje: Cuando se haya instilado todo el agua prevista, cierre la pinza del tubo. Espere unos 30 segundos manteniendo el cono en su lugar (muchos profesionales esperan unos instantes para estimular el peristaltismo). Luego, retire el cono suavemente del estomay cierre rápidamente la tapa superior de la manga de irrigación. En este punto, suele iniciarse la evacuación: a menudo, inmediatamente al retirar el cono comienzan a salir heces mezcladas con agua hacia la manga. Por eso, asegúrese de que el extremo inferior de la manga esté dirigido al inodoro y entonces retire la pinza inferior para que el contenido drene al váter. Los primeros “retornos” fecales son normalmente en chorro debido al efecto del agua, seguidos de un flujo intermitente.
Esperar la evacuación completa: Deje que el colon se vacíe por gravedad. La eliminación suele ocurrir en varias tandas durante 30 a 45 minutos posteriores. Es decir, habrá una primera descarga importante seguida de intervalos en que caen más heces/fluidos cada pocos minutos. Es conveniente que el paciente permanezca sentado en el inodoro durante este tiempo inicial. Si lo desea, cuando ya haya salido la mayor parte de las heces, puede “enrollar” y pinzar temporalmente la parte inferior de la manga para que el paciente pueda moverse un poco (por ejemplo, asearse, ducharse o caminar dentro del baño) sin desconectarse del equipo. Nunca dejar solo a un paciente débil durante este periodo, por riesgo de mareo. Algunos signos de que la evacuación ha finalizado son la expulsión de solo gases al final o que el estoma luce inactivo/rosado sin salida de contenido. En total, desde el inicio de la instilación hasta completar la expulsión, el proceso suele durar unos 45-60 minutos (variando según cada persona). Si habitualmente toma >1 hora, se debe reevaluar la técnica o consultar al especialista.
Finalización y cuidados posteriores: Una vez cesada la eliminación, cierre la manga y retírela cuidadosamente. Limpie el estoma y la piel periestomal con agua y séquela bien. Proceda a colocar un nuevo dispositivo: ya sea la bolsa de ostomía limpia de rutina o, para quienes hacen irrigación diaria y tienen buen control, un tapón/obturador especial o bolsa mini (según recomendación enfermera). Asegure el dispositivo correctamente. Limpieza del equipo: deseche la manga de irrigación si es de un solo uso (muchas mangas son desechables). El resto del equipo (cono, depósito, tubo) límpielo con agua tibia y jabón, enjuagando bien. Es fundamental secar completamente todos los componentes antes de guardarlos , para evitar proliferación bacteriana o moho. Guarde el kit en un lugar limpio y seco hasta la siguiente irrigación.
Apuntes adicionales: Es recomendable realizar la irrigación a la misma hora del día, para entrenar al intestino a un ritmo fijo. Muchos pacientes prefieren la mañana después del desayuno, pues la comida o un líquido caliente ayuda a activar el reflejo gastro-cólico y facilita el vaciado. Mantener una buena hidratación y, de ser posible, beber líquido 30–60 minutos antes también puede ayudar a que la irrigación sea más efectiva. Nunca conectar el equipo directamente al grifo (manguera) para introducir el agua, ya que la presión no controlada podría ser peligrosa. Durante la infusión, si el agua no entra bien, se puede levantar un poco más el envase, mover levemente el cono o pedir al paciente que cambie ligera de posición . El paciente debe relajarse; técnicas de respiración profunda pueden reducir los cólicos. Por seguridad, siempre tener el timbre o teléfono a mano y, como se mencionó, no encerrarse con seguro. Siguiendo estos pasos cuidadosamente, la irrigación a través de la colostomía es un procedimiento seguro y efectivo en los casos indicados.
¿Qué consideraciones especiales deben tenerse en cuenta?
Respuesta: Existen múltiples consideraciones especiales a la hora de administrar enemas a través de una ostomía, que incluyen el tipo de ostomía, las características individuales del paciente, y detalles técnicos como el tipo de equipo, volumen/temperatura de la solución, posición del paciente, entre otros. A continuación se destacan las principales:
Tipo de ostomía y segmento intestinal involucrado: Esto es fundamental. Solo las colostomías distales (colon izquierdo) se prestan a irrigación regular . Con una colostomía sigmoidea o descendente, el colon remanente permite retener suficiente agua para inducir peristalsis y evacuación controlada. En cambio, ileostomías (intestino delgado) no deben irrigarse rutinariamente – su contenido líquido y frecuencia alta de vaciamiento hacen la irrigación ineficaz y arriesgada. Lo mismo aplica a colostomías de colon ascendente o transverso: sus heces son semilíquidas y continuas, y el colon proximal no reaccionaría de forma útil a un enema. Además, en colostomías en asa (dobles) generalmente no se indican enemas ya que el agua instilada podría salir por la rama distal sin lograr limpieza adecuada, o generar presión inapropiada en la anastomosis entre ambas bocas. Las irrigaciones están pensadas para colostomías terminales. Por otro lado, en casos de cecostomía (un estoma creado en ciego/colon derecho con tubo) se realizan enemas anterógrados pero siguiendo protocolos específicos, normalmente para manejar estreñimiento crónico refractario. En general, siempre verificar el tipo de estoma y su segmento antes de considerar un enema: el éxito y la seguridad dependen de que el segmento sea colon izquierdo funcional.
Estado y morfología del estoma: Se debe evaluar el estoma en sí. Un estoma sano, prominente y sin complicaciones es lo ideal para irrigar. Si el estoma es muy plano o retraído, puede haber fuga alrededor del cono durante la irrigación; quizás se requiera un dispositivo especial para sellar. En caso de prolapso (mucosa exteriorizada en longitud) no se debe intentar introducir cono, pues existe riesgo de lesionarlo – es contraindicación hasta corregir el prolapso . Estomas con estenosis (diámetro muy estrecho) dificultan el paso del cono o catéter; en ocasiones un dilatador bajo supervisión podría ser necesario antes de irrigar, pero si la estenosis es severa la irrigación es inviable. Hernias paraestomales grandes pueden alterar la trayectoria del intestino y retener líquido de forma impredecible, aumentando riesgo de incompleta evacuación o trauma, por lo que suelen considerarse una contraindicación relativa – deben evaluarse por el cirujano/estomaterapeuta. En resumen, verificar la integridad del estoma: debe ser visible, fácilmente accesible, con lumen suficiente, y sin patologías agudas. También confirmar que la pared abdominal alrededor pueda soportar el equipo (p. ej., en un paciente con abdomen muy irregular o pliegues, puede costar adherir la manga; se pueden usar apósitos adhesivos adicionales en tal caso).
Tiempo desde la cirugía y estado del paciente: Como se mencionó, se prefiere no irrigar hasta que el paciente haya pasado el periodo posquirúrgico inicial (varios días a semanas). Asegurarse de que no existan suturas recientes ni edema importante en el estoma. Además, considerar el estado clínico general: un paciente débil, deshidratado o con desequilibrios electrolíticos no es buen candidato hasta estabilizarlo. Si el paciente tiene alguna restricción física (ej. movilidad limitada), planificar cómo posicionarlo con seguridad. Si hay déficit visual o cognitivo, se requerirá asistencia de enfermería o cuidador entrenado; se podrían utilizar conos con tope de seguridad en caso de pacientes con temblor o poca destreza, para evitar introducirlos de más. En pacientes con colostomía por cáncer colorrectal, considerar si hubo radioterapia (podría haber friabilidad de mucosa) o si persiste un recto distal con mucosa secretante (algunos pacientes con recto intacto pueden necesitar enemas rectales ocasionales para limpiar moco residual aparte de la irrigación por estoma).
Volumen y temperatura de la solución: Volumen: depende del paciente. Por lo general, adultos usan entre 500 y 1000 mL de agua tibia por sesión. Personas de mayor contextura pueden requerir hasta ~1.5 L según guías españolas, pero siempre se comienza con volúmenes menores e incrementa gradualmente según tolerancia y efectividad. Un volumen insuficiente podría no provocar evacuación completa; uno excesivo puede causar distensión excesiva, dolor o incluso riesgo de perforación. Nunca exceder ~1000 mL sin indicación médica específica. En pacientes pediátricos (irrigaciones pediátricas son raras, pero en adolescentes con colostomía se podría considerar) el volumen debe ser mucho menor y calculado por peso/edad. Temperatura: siempre templada (~37°C). Agua fría induce espasmo intestinal y dolor; agua caliente puede quemar o provocar vasodilatación excesiva. Un truco es que el agua se sienta ligeramente tibia al dorso de la mano. Nunca agregar sustancias irritantes (jabón, etc.) al agua – la irrigación de colostomía se hace solo con agua corriente potable, a menos que un médico indique algo distinto (p. ej., enema de contraste para estudios radiológicos, que es otro contexto).
Tipo de equipo y productos adecuados: Usar equipos diseñados para ostomías. El cono de irrigación es preferible a una cánula rectal estándar, porque el cono tiene un tope ancho que evita introducirlo demasiado en el estoma (reduciendo riesgo de perforación) . Además sella la luz del estoma sin lesionar. Nunca se debe improvisar con puntas rígidas o sin tope. La manga de irrigación es esencial para canalizar la descarga fecal: es larga y normalmente llega hasta la taza del váter, protegiendo de salpicaduras. Existe en versiones desechables o lavables; asegurarse de que su diámetro y adhesivo se ajusten al estoma del paciente. El depósito suele ser una bolsa graduada o cubeta suspendida; debe tener una válvula reguladora para controlar el goteo. Verificar antes de cada uso que el equipo esté limpio, sin fisuras y que la válvula funcione. Tener a mano suficiente lubricante hidrosoluble (nunca use vaselina u óleo, ya que dañan los dispositivos de estoma). Bolsas de ostomía/tapones: tras la irrigación, muchos pacientes colocan bolsas mini o tapones si esperan no volver a eliminar por =24 h. Un tapón de colostomía es un dispositivo pequeño con filtro que ocluye el estoma; esto solo debe usarse en pacientes evaluados que verdaderamente logran continencia con irrigaciones. Inicialmente, tras cada irrigación se aconseja igualmente poner una bolsa por si hay alguna eliminación imprevista hasta verificar que el método funciona para ese paciente.
Frecuencia y horario de la irrigación: Habitualmente, se realiza la irrigación cada24o 48 horas, dependiendo de la respuesta individual. Al principio se suele hacer diariamente,y luego algunos pacientes logran espaciar a días alternos o incluso cada 72 h. Esto varía: si el paciente comienza a tener escape de heces antes del siguiente intervalo, quizás deba mantenerla diaria. Lo importante es ser consistente con el horario elegido. Como se mencionó, muchos eligen la mañana (o a cierta hora fija) para establecer un hábito intestinal predecible. También se recomienda que el paciente disponga de tiempo suficiente y sin interrupciones: la irrigación no debe hacerse con prisas. En entornos hospitalarios, programar la irrigación en un momento de poca interferencia (evitar justo durante rondas, pruebas diagnósticas, etc.).
Posición y entorno: Posición óptima: sentado en el retrete, lo más erguido posible. Esto aprovecha la gravedad y la anatomía natural. Si el paciente no puede sentarse en un inodoro, una alternativa es una silla cómoda junto al baño con un cubo o irrigador de pie para recoger el fluido, pero implica más manejo de excretas. Para encamados: decúbito lateral izquierdo con una bolsa colectora de irrigación adaptada; sin embargo, esta posición horizontal puede prolongar el vaciado y aumentar riesgo de derrames (es una situación que requiere más supervisión de enfermería). Entorno: garantizar privacidad y comodidad térmica (el paciente puede sentirse más cómodo con una bata abierta por delante para maniobrar el equipo, y mantas en piernas si hace frío). Tener el baño ventilado pero no con corrientes frías. También, mantener a mano papel higiénico, toallas y el material de limpieza. Se debe educar al paciente a no esforzarse en pujar durante la irrigación; el proceso debe ser lo más natural posible, evitando aumentar presión intraabdominal innecesariamente.
Consideraciones dietéticas y de hidratación: Aunque no es parte directa del procedimiento, la dieta del paciente influye en los resultados. Se aconseja al colostomizado que, para mejorar la efectividad de la irrigación, mantenga una ingesta adecuada de líquidos en las horas previas y una dieta con fibra equilibrada para formar heces de consistencia moldeada . Previo a la irrigación (unas horas antes) es útil que no esté ni en ayunas prolongadas ni inmediatamente tras una comida copiosa. Algunas guías sugieren que hacerlo después de un desayuno ligero o bebida caliente facilita la evacuación. Además, identificar si ciertos alimentos generan mucho residuo o gas en el paciente (p. ej., legumbres pueden aumentar gases) – esto puede afectar la comodidad durante la irrigación. En general, una dieta regular sana, evitando extremos, contribuirá a un mejor control intestinal con la irrigación.
Adaptación individual y seguimiento: Cada paciente puede responder distinto. Es importante que, tras iniciar las irrigaciones, haya un seguimiento por enfermería especializada para ajustar volumen, tiempo de infusión y frecuencia según los resultados. Por ejemplo, si un paciente refiere que aún tiene pequeñas eliminaciones entre irrigaciones, podría probarse a aumentar ligeramente el volumen de agua o la frecuencia (p. ej., de 48 h a 24 h) . Si por el contrario el paciente reporta calambres fuertes cada vez, quizá reducir el volumen a 500 mL o calentar un poco más el agua. Esta individualización es clave. También valorar el impacto en la calidad de vida: algunos pacientes aprecian la libertad de no llevar bolsa llena, pero otros pueden encontrar engorroso invertir casi una hora en el proceso. El enfoque centrado en el paciente dicta continuar solo si el beneficio percibido supera las molestias.
En síntesis, las consideraciones especiales abarcan tanto factores fisiológicos (segmento intestinal adecuado, ausencia de contraindicaciones locales, balance hídrico), como factores prácticos (equipos correctos, técnica cuidadosa, ambiente y horario propicio) y factores humanos (educación, destreza y preferencias del paciente). Respetar todas estas consideraciones garantiza que la administración de enemas vía ostomía sea segura, eficaz y lo más cómoda posible para el paciente.
¿Qué riesgos existen y cómo se minimizan?
Respuesta: La irrigación de colostomía es en general segura cuando se realiza correctamente, pero conlleva algunos riesgos y posibles complicaciones que es importante conocer. Afortunadamente, la mayoría de estos riesgos se pueden minimizar siguiendo las técnicas adecuadas y tomando precauciones. Los principales riesgos y sus medidas preventivas son:
Perforación intestinal o lesión del colon: Es el riesgo más grave pero extremadamente infrecuente. Puede ocurrir si se aplica una presión excesiva, si se introduce inapropiadamente un instrumento rígido o si el colon está debilitado. Para minimizarlo: utilizar siempre un cono de punta roma y flexible, nunca forzar su entrada más allá de la resistencia natural . No usar puntas rectales largas ni conectar la manguera del agua directamente (lo cual generaría una presión no controlada). Respetar el volumen máximo recomendado y la temperatura correcta – introducir >1 litro o agua muy caliente puede dañar la pared intestinal. También, si el paciente tiene antecedentes de radioterapia pélvica o enfermedad diverticular, extremar la precaución porque su colon podría ser más frágil. Cualquier dolor agudo fuerte durante la infusión debe hacer detener el procedimiento inmediatamente. En entornos radiológicos se menciona que la inserción de sonda en estomas conlleva un pequeño riesgo de desgarro o perforación (<0.1%), pero usando sondas suaves y técnica cuidadosa este riesgo es sumamente bajo. En pacientes con estenosis del estoma, no insistir con el cono – podría requerir manejo quirúrgico en lugar de irrigación.
Dolor cólico, calambres abdominales: Es relativamente común que el paciente sienta retortijones o molestias tipo cólico durante la entrada del agua (similar a un enema rectal). Riesgo: si los cólicos son intensos, pueden indicar que el colon está reaccionando abruptamente o que hay distensión excesiva. Cómo minimizar: asegúrese de que el agua esté a temperatura corporal adecuada (agua fría causa espasmo). Controlar que el flujo sea lento – un flujo demasiado rápido distiende el colon y provoca dolor; use la pinza para pausar unos segundos si el paciente se queja de cólico. Instruir al paciente en respirar profundamente y relajarse durante la instilación ayuda a mitigar el reflejo de cólico. Si aun reduciendo el ritmo el dolor persiste, lo prudente es suspender la irrigación por ese momento (no forzar a terminar todo el volumen planificado, la seguridad prima). Una vez pasada la molestia, se puede reintentar en otra ocasión con menor volumen o tras indicar algún antiespasmódico si el médico lo autoriza.
Náuseas o reflejo vaso-vagal: La distensión colónica rápida puede ocasionar a veces una respuesta vagal con náuseas, sudoración fría o incluso mareo y bajada de tensión. Prevención: igual que con los cólicos, infundir lentamente, con agua tibia, y no exceder volumen. Vigilar al paciente – si refiere mareo o se palidece, detenerse y ponerlo en posición más reclinada. Por esto mismo se recomienda no hacerlo de pie, siempre sentado (o acostado) y no bloquear la puerta del baño, por si requiere asistencia . Tener una persona cerca en la primera irrigación es aconsejable. Este efecto vaso-vagal es poco común pero puede ocurrir especialmente en pacientes ansiosos o muy sensibles; calmarlos y hacer todo con delicadeza es clave.
Lesiones en la mucosa del estoma o sangrado: La mucosa intestinal es delicada y podría sangrar si se traumatiza con el cono o el dedo. Prevención: lubricar abundantemente el cono y los guantes para tacto digital; introducir el cono suavemente, sin ángulos bruscos. Nunca utilizar fuerza; el estoma no tiene sensibilidad de dolor, así que uno podría lastimarlo sin que el paciente sienta inmediatamente – por eso guiarse por la resistencia y anatomía. Un leve sangrado leve ocasional tras la irrigación (puntitos de sangre en la manga) puede suceder, pero si hay sangrado significativo o persistente, suspender y evaluar (podría indicar una lesión que debe revisar un médico).
Fracaso en retener el agua o expulsión prematura: A veces el agua puede no entrar en absoluto (sale inmediatamente por el estoma sin pasar hacia adentro). Esto puede ocurrir si hay una obstrucción fecal cerca del estoma o un espasmo que impide el paso. Qué hacer: comprobar que la llave del equipo esté abierta y el tubo sin acodar . Mover ligeramente el cono o introducir el dedo lubricado para detectar si hay un tapón de heces duras e intentar romperlo suavemente. Cambiar la postura (que el paciente se incline un poco, o levantar más la bolsa para aumentar la presión). Si pese a todo no entra el agua, no forzar: probablemente hay un obstáculo importante; suspender e intentar más tarde tras un periodo de reposo, o consultar al especialista. Otra situación es que el paciente no pueda retener nada el líquido y éste empiece a salir por la manga inmediatamente, sin provocar una evacuación eficaz. Esto se ve en colostomías muy bajas con esfínter anal intacto (el agua sale rápido) o en colon muy atónico. En tales casos, la irrigación puede no ser el método adecuado para ese paciente – evaluar alternativas.
Derrames y contaminación del entorno: Si la manga no está bien ajustada o el cono se sale repentinamente, puede haber fuga de contenido fecal líquido, ensuciando la piel o el ambiente. Prevención: siempre fijar correctamente la manga con cinturón/adhesivo antes de iniciar. Sostener el cono con la mano durante la instilación. Colocar toallas alrededor por si acaso. Si ocurre una fuga, interrumpir, limpiar la piel rápidamente (para evitar irritación) y retomar una vez corregido el ajuste. Para proteger la piel del paciente, algunos aplican una pastilla protectora o barrera cutánea alrededor del estoma antes de poner la manga, especialmente si se anticipa que el líquido de irrigación estará en contacto un rato (esto evita irritación por las heces diluidas).
Irritación cutánea periestomal: Aunque las heces están diluidas en agua, pueden irritar la piel si permanecen mucho tiempo o si hay fugas. Prevención: asegurar la limpieza y secado meticuloso de la piel tras cada irrigación . No dejar la piel húmeda bajo el dispositivo final. Si el paciente usa tapón en vez de bolsa, vigilar que no haya exudado que irrite – algunos pueden necesitar continuar con una bolsa mini para cuidar la piel si hay mínimo drenaje mucoso postirrigación. El uso de barreras cutáneas (spray, toallitas) antes de colocar el dispositivo nuevo puede ofrecer protección adicional.
Desequilibrio hidroelectrolítico: Teóricamente, la absorción de agua a través del colon durante la irrigación podría alterar el balance de fluidos, especialmente si el paciente está deshidratado o si se usan enemas con solutos (ej. enemas de fosfato). En la práctica, usando agua pura y con un colon sano, el riesgo de sobrehidratación o alteración electrolítica es bajo, ya que la mayor parte del agua retorna con las heces. No obstante, en pacientes muy jóvenes o ancianos frágiles es prudente monitorizar signos de sobrecarga hídrica (raros). Prevención: no repetir irrigaciones con demasiada frecuencia (no más de 1 al día salvo indicación) y no usar soluciones hiperosmolares a menos que las indique un médico. Nunca administrar laxantes orales o por el estoma para “potenciar” la irrigación sin orden médica – en ileostomías, dar laxantes o preparación intestinal puede causar deshidratación grave . En colostomías, generalmente no se combina con laxantes; la irrigación por sí sola es suficiente.
Infección o contaminación cruzada: El procedimiento en sí tiene bajo riesgo infeccioso porque el colon ya contiene bacterias, pero se debe evitar introducir bacterias externas patógenas. Prevención: realizar buena higiene de manos, usar guantes y equipo limpio. No es necesario que el material sea estéril, pero sí limpiarlo tras cada uso con agua y jabón y secarlo bien Almacenar el kit en lugar limpio y seco. Si un paciente está inmunosuprimido (p. ej., en quimioterapia), se evalúa riesgo/beneficio – posiblemente se evita irrigar durante neutropenia para no generar bacteriemia por manipulación; en caso de hacerse, extremar asepsia y quizás usar agua hervida enfriada para mayor seguridad.
En cuanto a minimizar riesgos, además de las medidas mencionadas, es crucial la educación y entrenamiento adecuado del personal y paciente. Estudios han mostrado que muchos enfermeros estomaterapeutas consideran la irrigación un procedimiento seguro cuando el paciente ha sido bien instruido y con selección adecuada. Asegurarse de que el paciente comprenda los pasos y posibles señales de alarma (dolor intenso, mareo, sangrado) le permitirá también detener el procedimiento y buscar ayuda a tiempo si algo no va bien. Igualmente, un seguimiento periódico (por ejemplo, llamadas o consultas de control) tras las primeras semanas de irrigación ayuda a identificar y corregir problemas menores antes de que se tornen mayores.
En resumen, los riesgos de la administración de enemas vía ostomía incluyen perforación, dolor/ cólicos, reacciones vasovagales, lesión local, irritación cutánea y problemas de eficacia, pero todos ellos se reducen drásticamente con técnica apropiada, precaución en las indicaciones y monitoreo atento. La irrigación realizada por enfermería entrenada o pacientes bien capacitados es considerada un método seguro; de hecho, en la literatura no se reportan complicaciones severas frecuentes, y se enfatiza que con buena práctica clínica los beneficios superan los riesgos en los candidatos correctos.
¿Qué evidencia científica y guías clínicas respaldan estas prácticas?
Respuesta: La práctica de administrar enemas a través de ostomías (particularmente la irrigación de colostomías) cuenta con el respaldo de múltiples guías clínicas, consensos de expertos y literatura científica de enfermería y coloproctología. A continuación, se enumeran algunas de las fuentes y evidencia más destacadas que avalan (y delimitan) esta práctica:
Guías de práctica clínica especializadas: La Sociedad Española de Enfermería Estomaterapia (SEDE) publicó una guía clínica específica sobre la irrigación en colostomías, la cual fue elaborada mediante revisión bibliográfica y consenso de enfermeras expertas . En dicha guía se destaca que la irrigación es el método más eficaz disponible para lograr continencia en personas colostomizadas seleccionadas, con evidencia de mejora en su calidad de vida. Del mismo modo, a nivel internacional, la Wound, Ostomy and Continence Nurses Society (WOCN) de EE. UU. incluye en sus guías para manejo de ostomías recomendaciones sobre irrigación colónica. Por ejemplo, la guía clínica del WOCN (actualizada en 2017) reconoce la irrigación como una opción segura y efectiva para pacientes con colostomía permanente en colon izquierdo, siempre que se evalúen las y se proporcione la educación adecuada (Grado de recomendación B). También la Registered Nurses’ Association of Ontario (RNAO), a través de sus Best Practice Guidelines de cuidado de ostomías, afirma que la irrigación puede implementarse en colostomías descendentes/sigmoideas para mejorar el control fecal en adultos seleccionados, sustentando esta recomendación con niveles de evidencia clínica (por ejemplo, estudios observacionales y experiencia experta).
Protocolos y guías institucionales: Muchos hospitales y sistemas de salud han incorporado la irrigación de colostomía en sus manuales de procedimientos de enfermería. Por ejemplo, en el Reino Unido, organismos como el NHS y asociaciones de ostomizados (Colostomy UK) publican instructivos para pacientes sobre cómo irrigar de forma segura, enfatizando que debe hacerse bajo consejo de enfermeros estomaterapeutas. En España, servicios de salud regionales (p. ej., Comunidad de Madrid, Navarra) incluyen en sus guías de ostomía capítulos sobre irrigación, reiterando indicaciones, técnica y precauciones similares a las mencionadas arriba. Estas guías institucionales coinciden en recomendar la irrigación solo en colostomías izquierdas y bajo entrenamiento profesional.
Literatura científica (estudios y revisiones): La evidencia publicada en revistas revisadas por pares apoya los beneficios de la irrigación en pacientes apropiados. Una revisión en Journal of Wound, Ostomy and Continence Nursing (JWOCN) evaluó estudios sobre irrigación de colostomía y concluyó que la irrigación reduce la frecuencia de evacuaciones espontáneas, disminuye la producción de gases y olores, y puede permitir a muchos pacientes prescindir del uso continuo de bolsas, mejorando su comodidad . En cuanto a calidad de vida, varios trabajos son ilustrativos: por ejemplo, un estudio comparativo encontró que pacientes que practicaban irrigación reportaban mejor calidad de vida relacionada con la salud y menos problemas sexuales en comparación con colostomizados que no irrigaban. Asimismo, casi todos los pacientes irrigantes de ese estudio referían aspectos positivos como mayor sensación de libertad, control y limpieza, aunque reconociendo algunos aspectos negativos como el tiempo que toma el procedimiento. Otro estudio (Kent et al., 2015) enfatizó que, dado el potencial beneficio, los enfermeros WOC deben considerar instruir en irrigación a pacientes con colostomía izquierda, salvo contraindicación, ya que es una intervención que puede mejorar resultados funcionales sin aumentar complicaciones. En esa misma línea, una encuesta internacional mostró que, aunque menos de la mitad de los enfermeros estomaterapeutas enseñaban rutinariamente la técnica, la mayoría reconocía su utilidad cuando se aplica a los pacientes adecuados.
Sociedades científicas de coloproctología y cirugía: Si bien la irrigación es principalmente territorio de cuidados de enfermería, también la comunidad quirúrgica reconoce su lugar. La American Society of Colon and Rectal Surgeons (ASCRS) en sus textos de cuidado postquirúrgico menciona la posibilidad de irrigación para pacientes con colostomía sigmoidea permanente que deseen mayor autonomía, siempre bajo guía experta. De igual forma, la literatura en coloproctología pediátrica describe los enemas anterógrados (vía cecostomía o apendicostomía) como técnicas efectivas para manejo de constipación e incontinencia en niños, avaladas por estudios de caso y series (Malone, etc.), lo que refuerza el concepto de que administrar enemas a través de un estoma es un procedimiento con base fisiológica sólida cuando está indicado.
Organizaciones de pacientes y documentos de consenso: Asociaciones de pacientes ostomizados, como la United Ostomy Associations of America (UOAA) y la Asociación Española de Ostomizados, difunden información respaldada por comités médicos. La UOAA, por ejemplo, en su guía para nuevos pacientes describe la irrigación como un método opcional de manejo para colostomías izquierdas y detalla paso a paso cómo realizarla de forma segura. También ha emitido lineamientos sobre qué hacer (y qué evitar) en casos especiales, como no usar laxantes ni enemas en ileostomías, excepto lavados manejados por profesionales en obstrucciones. Estos materiales, revisados por expertos, sirven para educar tanto a pacientes como a proveedores de salud.
En conclusión, la práctica de enemas a través de ostomías (irrigación colónica) está respaldada por una amplia base de conocimiento: guías clínicas oficiales de enfermería (nacionales e internacionales), protocolos hospitalarios y publicaciones científicas coinciden en que es un procedimiento válido y beneficioso para pacientes bien seleccionados con colostomía izquierda. A su vez, establecen claramente las condiciones para su uso seguro. La evidencia disponible –si bien basada mayormente en estudios observacionales, experiencia clínica y satisfacción referida por pacientes– indica mejoras en calidad de vida y control intestinal con esta técnica. Las guías enfatizan siempre la necesidad de formación especializada: el respaldo de la literatura va de la mano con la recomendación de que sea el enfermero estomaterapeuta/enterostomal quien evalúe e instruya, asegurando así que las mejores prácticas descritas en la evidencia se apliquen correctamente en la práctica diaria de enfermería.
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¿Cómo citar este artículo?
Enfermería Evidente. (2025). Administración de enemas a través de ostomías: preguntas y respuestas. Disponible en: https://enfermeriaevidente.com/administracion-de-enemas-a-traves-de-ostomias-preguntas-y-respuestas/
Referencias
Sociedad Española de Enfermería en Estomaterapia (SEDE). Guía de práctica clínica: La irrigación en colostomías. SEDE (España); [s.f.]. Disponible en: estomaterapia.es (consultado 2025-11-08).
American Cancer Society. Guía de colostomía – Cuidados de una colostomía. Atlanta: ACS; 2019 (actualizado 2 Oct 2019). Disponible en español: cancer.org (consultado 2025-11-08).
American Cancer Society. La vida con una ostomía – Cuándo necesita atención médica. Atlanta: ACS; 2019. Disponible en: cancer.org (consultado 2025-11-08).
Kent DJ, Long MA, Bauer C. Does colostomy irrigation affect functional outcomes and quality of life in persons with a colostomy? J Wound Ostomy Continence Nurs. 2015;42(2):155-161
Carlsson E, et al. Positive and negative aspects of colostomy irrigation: a patient and WOC nurse perspective. J Wound Ostomy Continence Nurs. 2010;37(5):513-520
United Ostomy Associations of America (UOAA). How to Treat Ileostomy Blockage (Guía rápida para obstrucción en ileostomía). Kennebunk, ME: UOAA; 2020. Disponible en: ostomy.org (consultado 2025-11-08).
Wound, Ostomy and Continence Nurses Society (WOCN). Clinical Guideline: Management of the Adult Patient with a Fecal Ostomy. Mt.Laurel, NJ: WOCN; 2017. (Recomendaciones sobre irrigación en colostomías descendentes – ver referencia en JWOCN 2015)
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